viernes, 2 de octubre de 2015

El jardín de las delicias ALIANZA FRANCESA DE LA MOLINA

EL JARDÍN DE LAS DELICIAS
Reflexiones sobre (falsos) paraísos


Indagar sobre el significado de la Tierra para la humanidad en tanto cómo aquélla es pensada y sentida, así como deliberar qué postura asumir frente a su irreversible transformación por el despojo capitalista, son cuestiones que atraviesan la conflictividad social del país y, en general, el destino de la humanidad.

La propuesta de Eduardo Cochachín alude a “El jardín de las delicias” de El Bosco como punto de partida para meditar sobre estas cuestiones. Si en la obra de El Bosco se representaban los placeres terrenales como el falso paraíso de una humanidad en camino a su perdición, las obras de Cochachín muestran ficticios paisajes naturales modificados por la acción del hombre. A veces de forma sutil -campos desgastados por la presencia humana- o más explícito mediante máquinas de extracción y manchas oscuras que aniquilan las figuraciones. Los ‘nuevos jardines’ de Cochachín revelan que la Tierra, entendida como un todo que cobija e interactúa con lo humano, no sólo transforma su apariencia sino también modifica nuestra interacción con ella. Las personas representadas -en grupos pequeños, solitarios o acompañados por mascotas- miran, meditan y señalan su entorno en actitud pasiva, despojados de mayor dinamismo. Incluso en “Paseo en la pradera”, la presencia de personajes vestidos de militares armados sugiere un ‘estado de emergencia’ semejante a las situaciones que atraviesa el país por los conflictos sociales. Asimismo, Cochachín simboliza la relación vital con la Tierra en “Oro negro”, donde las profundidades de las capas geológicas albergan un feto cuyo líquido amniótico es extraído por máquinas, ‘humanizando’ la naturaleza.

Estas reflexiones, plasmadas en composiciones armónicamente geométricas de ricas texturas que incorporan diversas técnicas artísticas, sintetizan un diálogo continuo entre las raíces personales y las preocupaciones cotidianas. Quizás como el zorrito que aparece en algunas obras transitando por los límites, Eduardo Cochachín toma suficiente distancia para observar y cuestionarse sin desarraigarse de la Tierra. Y a la vez, invitar a inquietarnos con sus reflexiones.



Paola Miyagusuku

Agosto 2015